Lampa es un pueblo muy poco conocido, histórico y colonial, situado en las cercanías de la muy popular Juliaca, que se distingue por su impresionante catedral de piedra de fascinante techo de azulejos de un singular colorido y su laberinto de catacumbas, así como una copia exacta de la famosa escultura La Pietá de Miguel Angel, que se encuentra en el Vaticano. Imperdible.
A finales del siglo XIX y principios del XX los hacendados de Lampa que ostentaban gran poder y valimiento en la escena nacional peruana que políticamente era conservadora, socialmente excluyente y culturalmente imitadora de las modas europeas, impidieron que el Ferrocarril del Sur que construía el norteamericano Enrique Meiggs hollara las praderas de Lampa. El progreso en metal era negativo, porque además atraería nuevas corrientes e influencias sociales que dificultarían el mantenimiento del estatus quo imperante. Y el tren hizo una curva para evitar Lampa y llegó a Juliaca en su viaje de Arequipa a Cusco pasando por el departamento de Puno. Producto de esa decisión Lampa creció poco, se mantuvo distante del progreso desordenado y desbordante, no participó del festín de desarreglos sociales y económicos de casi cien años, pero conservó su prestancia, mantuvo su singularidad rosada e impoluta y fue potenciada por la obra de su primer y único benefactor Enrique Torres Belón.