viernes, 21 de agosto de 2009

CAÑON DEL UTCUBAMBA

CAÑON DEL UTCUBAMBA

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No lo sé,si les pasa lo mismo a todos que a mí. Cuando el manto negro del asfalto termina en Pedro Ruíz, me acomodo en mi asiento del bus o del colectivo para prepararme a disfrutar de un recorrigo mágico de dos horas aproximadamente hacia Chachapoyas por una ruta sinuosa donde nuestras manos pueden tocar las aguas del río, donde el cielo se esconde por 3 kilómetros bajo una muralla semi ovoide de piedras calisas, donde se sube serpenteante camino de Limonpunta. Esa ruta lo he bautizado interiormente como el CAÑON DEL UTCUBAMBA. Es colosal, hermoso,impresionante. Es una belleza para describirla con palabras.

Hagamos el intento. Saliendo de Pedro Ruíz, nos encotramos en el camino con una cadena de cerros azulados de Cuchulia, donde al fondo quedará peregnizado Gololque, que fue la tumba de 41 personas el nueve de enero del 2003. Esos cerros tienen formas caprichosas, como conos que rozan con las nubes del infinito. Pasando Donce, Churuja se elevan a ambos lados cerros que en varios tramos de la ruta se acortan a 20 metros,dando la impresión que vamos camino en encierro. Es una caja que se cierra y se abrede acuerdo a los caprichos del río Utcubamba, que dependiendo de la estación, como el camaleón, también cambia de color. Este río, que fuera cantado magistralmente por Manuel Saavedra, es caudaloso, tranquilo, verde, amarillo y marrón.

Por la zona llamada Tingorbamba, unos inmensos taludes de píedra calisa han sido cortadas a media luna por el hombre para dar paso a la carretera y nos imaginamos como si estaríamos surfeando olas congeladas. El sonido de las aguas, entremezclados con el ruido de los motores y el trinar de los pájaros conforman una sinfonía musical a nuestros oídos, que nos traslada a un mundo de relajación temporal. En Cocahuaico, donde dividimos el camino para ir a San Pablo de Valera y Cocachimba donde están las catarátas de Gocta y proseguir el viaje a Chachapoyas, hay un farallón de más de un kilómetro de altura, que cuando llueve cae las aguas por una estacionaria cataráta en cinco tiempos para perderse en las aguas del Utcubamba. Si eso no es una maravilla. ¿Qué podría haber algo mejor?

Siguiendo la ruta con los mismos paisajes y las mismas sensaciones, llegamos a Cáclic donde está la Central Hidroeléctrica y una serie de geroglíficos y pinturas rupestres, testimonio de la presencia gallarda de los Sachapuyos. De este lugar hasta el cruce con Leymebamba, viajamos acompañados de verdes sauces que crecen en los pantanos del Utcubamba. Es una pequeña extensión, donde conviven una serie de aves a su libre albedrío sin temor a la mano opresora del hombre. Desde este lugar se observa la magestad del Limonpunta, un mítico y temeroso cerro, que tiene la forma de un seno de mujer. Aquí también se comienza a subir y devorar la carretera, rumbo a la pista de doce kilómetros que nos lleva a la fidelísima ciudad de Chachapoyas.


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