sábado, 3 de octubre de 2009

SILLUSTANI

Misterios de Piedra

" ¿Sólo fueron tumbas?, preguntan los investigadores, los arqueólogos, los viajeros que ametrallan a sus guías con infinidad de cuestionamientos. Tuvieron un uso sepulcral, responden algunos; otros, van más allá, y aseguran que son viviendas-túmulos, es decir, una morada compartida entre vivos y muertos"

Dudas e interrogantes en las afueras de Puno, la capital folklórica de América. Conclusiones distintas en las cercanías del distrito de Atuncolla, un antiguo centro administrativo Inca, donde hoy nace el desvío a Sillustani y sus chullpas misteriosas.

¿Sólo fueron tumbas?, preguntan los investigadores, los arqueólogos, los viajeros que ametrallan a sus guías con infinidad de cuestionamientos. Tuvieron un uso sepulcral, responden algunos; otros, van más allá, y aseguran que son viviendas-túmulos, es decir, una morada compartida entre vivos y muertos (estos últimos ocupaban una especie de sótano).

Pero éstas no son las únicas hipótesis, tampoco los únicos enigmas. Hay quienes piensan que las chullpas habrían sido hitos geodésicos de gran utilidad para los cálculos de los amautas astrónomos (maestros o sabios). El planteamiento se sustenta en la peculiar forma cilíndrica de las torres de piedra y la altitud de Sillustani, localizada a casi 4000 m.s.n.m.

Quizás uno de los mayores misterios sean los Círculos del Sol, extrañas circunferencias de piedras de diferentes tamaños, cuya finalidad aún se desconoce; y así como hay lugar para los enigmas, existe un espacio de contradicción, porque en este complejo arqueológico en el que predominaría el culto a los muertos, también se rinde tributo a la vida y a la fertilidad.

Los collas e incas sabían que no hay muerte sin vida. Todo es un ciclo y los hombres forman parte de él. Eso, tal vez, es lo que pretendieron explicar al erigir en el sector llamado Intihuatana, dos esculturas de formas fálicas, con la que rendían culto a la fertilidad.

Hoy, las chullpas de Sillustani no responden a la descripción hecha en 1549 por el cronista español Pedro Cieza de León, quien las calificó como unas edificaciones "enteras y recién acabadas". El tiempo y las condiciones climáticas han dejado huellas en estos gigantes de piedra, pero los monumentos mantienen su majestuosidad y su belleza.

Las chullpas no han sido vencidas por los siglos, siguen de pie, poniendo a prueba las leyes del equilibrio. Se resisten a caer del todo, como si estuvieran esperando a sus antiguos constructores, para que las resanen o terminen, al fin, su magna obra. Mientras dura la espera, el viento sigue arreciando en el altiplano.

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