jueves, 1 de octubre de 2009

CASONAS Y PALACIOS EN LIMA

Las casonas estaban más cerca de la Plaza Mayor de acuerdo al rango de nobleza de su propietario.
Lima conserva, como fiel testimonio de un pasado ostentoso, verdaderas joyas arquitectónicas del virreynato, palacios y casonas, que albergaron a nobles familias desde que llegaron al Perú en tiempos de la colonia, construidas en el entorno de la Plaza Mayor, como así dispusiera Francisco Pizarro, su fundador, en forma de un gran tablero de ajedrez.
Con gran influencia árabe morisca, las casonas de Lima fueron construidas bajo ciertas condiciones a los que los propietarios tenían que subordinarse. Por ejemplo, las casonas estaban más cerca de la Plaza Mayor de acuerdo al rango de nobleza de su propietario.

Asimismo, se conocía cuán antiguo era en la colonia el que habitaba la casona por el lugar asignado a las escaleras que llevan al segundo piso. Los primeros que acompañaron a Pizarro al Perú las tenían en el centro del patio, mientras que los nobles que llegaron después ubicaron sus escaleras en alguna pared lateral del patio principal.
Esta característica es profundamente notada en la Casa de Aliaga, construida por Jerónimo de Aliaga, un compañero de Pizarro, sobre un adoratorio indígena que aun se conserva parcialmente.
El Palacio de Torre Tagle conserva en su interior retratos en óleo de sus antiguos dueños, el Marqués de Torre Tagle y su esposa, hija del Rey de España. La Infanta vivió aquí sin extrañar lujos, pompa o comodidades, que seguramente tenía en la Corte Real. Actualmente, es sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Otra característica importante de estas casonas y palacios son los distintivos en la puerta principal de cada uno de ellas. Escudos de la familia que las habitaba, así como se puede apreciar en la Casa de Pilatos o Casa Jarava y Esquivel, donde se distingue notoriamente en su imponente portal de piedra del siglo XVII los escudos de las familias, sus primeros propietarios.
 

Hoy es una de las sedes del Instituto Nacional de Cultura.
Portones de madera nicaragüense, mosaicos con motivos de flores y racimos de uva traídos desde Andalucía, enormes ventanales con rejas de hierro forjado, combinado con paredes de vivos colores, respetando el gusto colonial del siglo XVII, la Casa de la Riva es sin lugar a duda muestra de ello.

Todas estas casonas restauradas por instituciones privadas como el Banco de Crédito, intentan conservar el estado en el que fueron construidos y decorados tal cual la época de su construcción, por lo que se puede apreciar en muchas de ellas enormes arañas de cristal, relojes españoles junto a finísimos jarrones venecianos, grandes espejos y óleos de arcángeles o santos, mostrando temas bíblicos pintados por indios de la Escuela Cuzqueña, en marcos de pan de oro y plata.
Los altos techos y arcos finamente trabajados en maderas de las selvas de Guatemala y Nicaragua, y los amplios espacios de las habitaciones, permiten que las bellísimas piezas de arte se luzcan con el contraste de los vivos colores de sus paredes.

FACEBOOK