sábado, 10 de octubre de 2009

EN BUSCA DEL TESORO DE LOS MOCHICAS

MADRID.- El primero en detectar el tesoro que se escondía en las tierras de la aldea de Sipán, en Perú, fue un conejo. Escarbando en su corral, logró sacar una moneda de oro que puso sobre la pista a los arqueólogos, y a los saqueadores, del que es considerado el mayor hallazgo de las últimas décadas en Latinoamérica. Siete años después de que las excavaciones quedaran paralizadas por falta de fondos, en el año 2000, dos productoras españolas, Explora Films y El Deseo, han financiado la reanudación de los trabajos, a la vez que documentarán audiovisualmente los descubrimientos que, sin duda, deparará el yacimiento de Huaca Rajada. Fue a partir de 1987 cuando salió a la luz la deslumbrante tumba del Señor de Sipán, de la civilización Mochica, que surgió al norte de Perú entre el siglo III a. de C. y el siglo VII. El noble fue enterrado con sus esposas y sus bienes: pectorales de oro, joyas, vestimentas... No muy lejos aparecieron las tumbas de un sacerdote y de otro noble, bautizado como Viejo Señor de Sipán. Hoy, un museo en la ciudad de Chiclayo expone todas estas riquezas.
Pero se trata de una pequeña parte de lo que esconde Huaca Rajada, una pirámide que fue el centro ceremonial y la necrópolis de los mochicas. Desde finales de abril, gracias a la colaboración española y a otros fondos aportados por el Gobierno peruano, 50 obreros, bajo la dirección del arqueólogo Walter Alba, excavan en dos nuevas tumbas de las 12 que ya están localizadas. «Todo este trabajo lo vamos a grabar y, a la vez, haremos una reconstrucción histórica de cómo vivían los mochicas con más de 300 extras. Es tan importante como la tumba de Tutankamon en Egipto», asegura un eufórico José Manuel Novoa, director de documentales en Explora Films y promotor de este proyecto.
Una película
Ingredientes de película no le faltan. Saqueos, muertes, magia e incluso el FBI andan detrás de los hallazgos de Sipán. La primera noticia de lo que allí había la tuvieron dos policías en una taberna de la aldea, cuando vieron pagar un trago con una pieza arqueológica de oro. Era uno de los huaqueros (saqueadores de tumbas o huacas) que vivían de expoliar la zona de Huaca Rajada. Formaba parte de la banda de Ernil Bernal y en casa de su jefe decomisaron dos espectaculares cabezas de oro.
Inmediatamente avisaron a Walter Alba que no dudó, con su colega Lucho Chero, en hacer guardia día y noche armados con escopetas para proteger el lugar del saqueo. A los cuatro meses, hallaron la tumba del Señor de Sipán. «Se quedó impactado con tanta belleza. A partir de entonces recibió ayuda del FBI para recuperar piezas de gran valor que habían sido saqueadas», relata Novoa.
De hecho, se sabe que Ernil Bernal venía de esconder ocho sacos de oro en el campo cuando, al intentar escapar de su casa, le mató la Policía. ¿Qué pasó con ese tesoro arqueológico? «Hace un año me contaron que habían saqueado su ataúd y le habían cortado la cabeza para llevarla a un brujo. Querían que les contara donde los ocultó. Curiosamente, ahora su hijo trabaja en la excavación con Walter», firma. Novoa, que conoce Sipán desde 1991, asegura que aún hay quien anda buscando el botín de Bernal.
De la civilización mochica se sabe que vivía de la agricultura y la pesca y que llegaron a tener ciudades de 15.000 habitantes, de las más grandes del mundo. Los mochicas hicieron un entramado de canales de agua, que aún hoy se utilizan, en ésta desértica región del norte de Perú, que convirtieron en un vergel. Además, eran grandes orfebres y artistas, como demuestran las piezas halladas en Sipán, cuyo señor gobernaba sobre todo el valle. Sobre su decadencia, se cree que acabaron siendo absorbidos por otras culturas precedentes de los poderosos incas.
La participación de los productores españoles (en colaboración con TVE y el apoyo de la Sociedad Geográfica Española) ha sido crucial para resucitar el interés en las excavaciones. No sólo por los 200.000 euros que han aportado, sino porque la recreación de la cultura mochica (sus vestimentas, sus construcciones, sus costumbres) son un acicate más para los investigadores que hay en el terreno. A cambio tienen un contrato hasta diciembre para grabar en directo todo lo que vaya apareciendo en Huaca Rajada. «Era la necrópolis sagrada de los nobles. No se sabe aún si había algún rey supremo sobre los señores, pero no hay duda de que es uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX», concluye con ensutiasmo Novoa.
Más información en: www.elmundo.es/ciencia y en www.explorafilms.com


Una sofisticada orfebrería Las riquezas encontradas en la tres tumbas de Sipán son una sorpresa inesperada en la desértica ciudad de Chiclayo, donde en el año 2000 se inauguró un impresionante museo para exponer públicamente todas las piezas, talladas algunas en oro y cobre, que componían el ajuar funerario de los nobles mochicas o moches.
En el recinto funerario del Señor de Sipán había hasta ocho acompañantes sacrificados con él, entre ellos sus esposas. El gran Señor, además del poder político y social, se consideraba un ser semidivino, a tenor de los objetos que lo rodeaban: orejeras de oro y turquesas, un pectoral de conchas de colores, collares, pinzas depilatoria en oro y plata, etcétera. La tumba fue sellada con vigas de algarrobo y dentro del relleno se encontró el cuerpo de otro guardían.
No muy lejos se localizó la del Viejo Señor de Sipán. Las pruebas de ADN han revelado que era antepasado del primero y que debió ocupar un cargo muy similar. Su ajuar aún era más variado y complejo que el del primer Señor descubierto: 10 sonajeros de oro, narigueras de oro y plata, sonajeros de cobre dorado para la cintura, cabezas de plata que eran parte de un gran collar y otras muchas piezas de incalculable valor.
El tercer gran hallazgo fue la tumba del Sacerdote, que llevaba sobre la cabeza una corona de metal que representa a un búho con las alas abiertas y, en la mano, la copa de los sacrificios. Entre sus ornamentos no había armas ofensivas, pero sí un pectoral de oro y plata, una orejera de oro y turquesas y un collar hecho con cabezas sonrientes. Uno de los coxales o pectorales fue recuperado por el FBI en Filadelfia, donde unos traficantes trataban de venderlo por 1,6 millones de dólares.

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