Antes de la llegada de los españoles, el Inti Raymi era la fiesta principal del Imperio.
Los dorados rayos del sol brillan con extraña intensidad, o al menos esa es la impresión que se tiene en el Cusco -el ombligo del mundo- el día del Inti Raymi o Fiesta del Sol. Quizá sólo sea una alucinación, un engaño o un equívoco, producido por la viva intensidad de mitos y leyendas o, tal vez, es consecuencia de la magia que rebasa el límite físico de las paredes de piedra de la antigua capital del Imperio y se impregna en el alma y el corazón de todos aquellos que la visitan. Y es que el 24 de junio la ciudad parece envolverse en el manto del pasado y los tiempos del Tawantinsuyo parecen volver. Otra vez es el Inca el gobernante; otra vez es el sol el Dios supremo al que se invoca para obtener abundantes cosechas y alejar el hambre.
Antes de la llegada de los españoles, el Inti Raymi era la fiesta principal del imperio. Se realizaba durante el solsticio de invierno, tiempo en el cual el astro se encuentra en el punto más alejado del ecuador. Los hijos del imperio temían que su Dios, fuente de la vida, desapareciera en la inmensidad del universo; para evitarlo, le imploraban y le rogaban que se quedara, así el hambre no se apoderaría del Tawantinsuyo.
El Inti Raymi, según relata el cronista Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), era la más importante festividad de los Incas. Según su relato duraba 15 días aunque el día central era el 24 de junio. Científicamente el solsticio de invierno empieza el 21 de junio, no obstante, el Pacha Unachaq, que es un calendario solar utilizado por los Incas, indica que el Sol se queda en el mismo lugar por algunos dias antes del amanecer del 24 de junio.
En el Solsticio de Invierno, día donde acontece el día más corto y la noche más larga del año, se marca también el inicio de un nuevo año: El invierno es época de cosecha, dónde el fruto del trabajo es recolectado, se seleccionan los mejores granos, y se hace un recuento de los resultados del esfuerzo y de los objetivos logrados. Adicionalmente el sol, el astro padre, se ha alejado. Hay más frío y más escasez de todo.
El sol es la fuente de vida y de calor. Sin embargo, el ser humano observa fácilmente que el sol retornará y la naturaleza volverá a mostrar su abundancia y esplendor. El solsticio de Invierno es época de renovación de la esperanza del ser humano. No es por coincidencia que en época de solsticio de invierno del hemisferio norte se celebra la Navidad.
La ceremonio de Inti Raymi se celebraba en la plaza Aucaypata (en la actualidad Plaza de Armas del Cusco) . Garcilaso de la Vega nos dice que era ésta la principal fiesta de las 4 que se celebraban en el Cusco y a ella concurrían «los curacas, señores de vasallos, de todo el imperio [...] con sus mayores galas y invenciones que podían haber». La preparación era estricta, pues en los previos «tres días no comían sino un poco de maíz blanco, crudo, y unas pocas de yerbas que llaman chúcam y agua simple. En todo este tiempo no encendían fuego en toda la ciudad y se abstenían de dormir con sus mujeres». Para la ceremonia misma, las vírgenes del Sol preparaban unos panecillos de maíz.
La ceremonio de Inti Raymi se celebraba en la plaza Aucaypata (en la actualidad Plaza de Armas del Cusco) . Garcilaso de la Vega nos dice que era ésta la principal fiesta de las 4 que se celebraban en el Cusco y a ella concurrían «los curacas, señores de vasallos, de todo el imperio [...] con sus mayores galas y invenciones que podían haber». La preparación era estricta, pues en los previos «tres días no comían sino un poco de maíz blanco, crudo, y unas pocas de yerbas que llaman chúcam y agua simple. En todo este tiempo no encendían fuego en toda la ciudad y se abstenían de dormir con sus mujeres». Para la ceremonia misma, las vírgenes del Sol preparaban unos panecillos de maíz.
Después todos iban al templo Coricancha y adoraban al Sol. Los curacas entregaban las ofrendas que habían traído de sus tierras (los 4 suyos del Tawantinsuyo) y luego el cortejo volvía a la plaza, donde se realizaba el masivo sacrificio del ganado ante el fuego nuevo que se encendía utilizando como espejo el brazalete de oro del sacerdote principal. La carne de los animales era repartida entre todos los presentes, así como una gran cantidad de chicha, con la que los festejos continuaban durante los siguientes días; los cusqueños indígenas suelen narrar que un 24 de junio en el momento en que el Inti sol esté listo y muestre sus primeros rayos, una de las vírgenes de algún lugar del Tahuantinsuyo, cuya sangre es noble, dará a luz al nuevo soberano inca, con él volverán los días de gloria de su pueblo, esta mítica leyenda no deja de ser una esperanza para los pobladores indígenas del Cusco Perú.
En 1572 el virrey Francisco de Toledo (1515-1584) la prohibió por considerarla una ceremonia pagana y contraria a la fe católica. Se siguió realizando de manera clandestina.
En 1944, Faustino Espinoza Navarro, catedrático de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, efectuó una reconstrucción histórica del Inti Raymi. La reconstrucción se basa en la crónica de Garcilaso de la Vega y sólo se refiere a la ceremonia religiosa. Desde esa fecha en adelante, la ceremonia vuelve a ser un evento público y de gran atractivo turístico celebrándose actualmente en Sacsayhuamán.
En la actualidad, un grupo de actores revive la fiesta del Inti Raymi en la fortaleza de Saccsayhuaman. Antiguamente cuando el Cusco era sólo habitado por la familia real, los sacerdotes y los personajes importantes del imperio la celebración religiosa se celebraba en lo que hoy es la Plaza de Armas de la ciudad.
Cerca de 50 mil personas participaban en la fiesta. Todos habían guardado ayuno durante nueve días, para luego festejar otros tantos y, por obligación, llevaban ofrendas al Inca, el hijo del sol, quien ofrecía un banquete, con asado, panes de maíz, chicha de jora y mate de coca.
En 1572, el virrey Toledo prohibió la celebración del Inti Raymi. El español no llegó a comprender la importancia que para el pueblo incaico tenía el culto del sol, considerándolo una fiesta pagana, reñida con el contenido y la simbología del cristianismo y que, por tanto, debía eliminarse.
Las rígidas prohibiciones impuestas en la época no pudieron acabar con el Inti Raymi. Los súbditos del Inca la siguieron festejando a escondidas de las autoridades españolas, y un mestizo llamado Garcilaso de la Vega recopiló, en sus afamados Comentarios Reales, descripciones sobre esta fiesta única e incomparable.