A 30 Kms. al norte de la ciudad del Cusco, por una carretera asfaltada, llegamos al poblado de Chincheros (3,762 m.s.n.m), poblado de origen incaico que recibe la custodia del nevado Chicón y cuyo nombre se originaría en la voz quechua sinchi, que significa "hombre valiente".
Ubicado estratégicamente en el cruce de tres caminos que conectan Cusco, Yucay y Pumamarca, este pueblo era el paso obligado hacia Machu Picchu en la época del Tahuantinsuyo. Esta ruta partía del barrio Carmenca (actual barrio de Santa Ana, en el Cusco), seguía por las faldas del cerro Senca, pasaba cerca de la laguna Piuray, y junto a Chinchero, continuaba hasta Maras.
En la actualidad Chinchero es un distrito de la provincia de Urubamba que cuenta con una población que supera los 15 mil habitantes. Se compone de doce comunidades indígenas que medianamente mantienen el sistema de organización social de los ayllus, aunque ya no corresponden al sistema de organización vigente antes de la conquista española. Estas comunidades, siguiendo con el sistema de organización del Tahuantinsuyo, nombran directamente a su máxima autoridad: el Varayoc. Por esto, Chinchero es uno de los pocos lugares en donde se conserva la forma tradicional de comercio en los mercados denominada trueque.
La principal actividad económica en Chinchero es la agricultura. El 55% de los agricultores se dedica al cultivo de papa, el 15% a cereales, otro 15% a tubérculos menores, el 10% a leguminosas y entre el 2 y 3% a otros cultivos. Hoy como antaño, Chinchero es considerado el granero del Cusco. En sus tierras destaca la producción de ovejas y el ganado vacuno, aunque se debe mencionar a las llamas traídas de las punas. Sus toros son muy solicitados para arar la tierra. La zona cuenta con recursos hídricos muy importantes como las lagunas de Huaypo y Piuray.
Chinchero se fundó en medio de las más hermosas campiñas con la finalidad de servir de lugar de descanso al inca Túpac Yupanqui. Allí ordenó erigir adoratorios, baños, andenes y el gran palacio real en el año 1480. Las crónicas relatan que el gobernante murió en oscuras circunstancias. Algunos creen que fue envenenado por su princesa favorita, Chiqui Ocllo, aunque también pudo ser la propia coya Mama Ocllo, quien resintió la preferencia del inca por el hijo de su concubina. En la lucha por el poder fueron exterminados todos los partidarios de Chiqui Ocllo, incluyendo a la princesa. El hijo del Inca, Cápac Huari, fue confinado de por vida en la cárcel de Chinchero.
Hacia 1540, el rebelde Manco Inca, en su huida hacia Vilcabamba, incendió Chinchero para evitar que sus enemigos pudieran abastecerse.
Chinchero posee un rico patrimonio monumental y cultural. Es uno de los pocos lugares en el Cusco que conserva de manera visible el trazo urbano inca. Los restos del palacio inca, la iglesia colonial erigida sobre basamento de piedra, su impecable andenería y una colorida feria dominical constituyen sus principales atractivos.
La Plaza de Armas ostenta un enorme muro inca decorado con diez grandes nichos trapezoidales en perfecto estado de conservación, y una de las iglesias coloniales más importantes de la región (posee altares barrocos y profusa pintura mural). A la Plaza da también la que fue la casa de Mateo García Pumacahua, caudillo de una rebelión anticolonial en el año 1814.
A pesar de ubicarse a casi 4,000 m.s.n.m el paisaje de Chinchero no corresponde expresamente a la fría puna. En su amplia meseta, decorada por las lagunas Piuray y Huaypo, se erigen imponentes los nevados Salcantay, Verónica y Soray, en cuyas orillas habitan varias comunidades dedicadas al cultivo de la papa.
Según una de las leyendas locales, el dios Sol pidió a Manco Cápac que sus hijos mellizos lo acompañaran en su ocaso. Cuando fueron a buscarlos, descubrieron que el hijo que caminó más lejos se había convertido en la laguna Huaypo y la hija en la laguna de Piuray.
La ciudad inca de Chinchero
El actual pueblo de Chinchero, al igual que Ollantaytambo, está construido íntegramente sobre un asentamiento inca de extraordinaria extensión. Según los estudios realizados por José Alcina Franch, el conjunto urbano de Chinchero lo conforman una serie de edificaciones, generalmente de planta rectangular. Estas se ven adosadas a las faldas de una colina, sobre plataformas, casi siempre muy alargadas y de escasa profundidad, especialmente en dirección norte.
El conjunto de plataformas con edificaciones está ordenado en torno a dos plazas. Una plaza principal o gran plaza -la actual explanada de Capellanpampa- y la plaza del pueblo, ubicada a los pies de la iglesia. Franch sostiene, de manera hipotética, que tal vez ésta última tuvo un carácter cívico-militar. En la gran plaza (60 metros de ancho por 114 metros de largo) se hallan tres edificios alineados en el lado sur y varias piedras finamente labradas de carácter ceremonial. Se trata de huacas que quizá representarían a los ancestros míticos de los ayllus.
La plaza del pueblo tiene dos niveles: el más alto corresponde al atrio de la iglesia y el inferior a la plaza propiamente dicha. El desnivel presenta un muro de contención decorado por doce grandes hornacinas. En el sector este del pueblo hay una gran extensión de andenes
Por estar el centro urbano ubicado sobre plataformas, los constructores de Chinchero utilizaron escaleras y rampas para acceder de una plataforma a otra. Por su parte, la circulación se realizó por calles y pasillos, con tierra apisonada con piedras y canales de drenaje. Posiblemente, ambas plazas se comunicaron en el punto donde hoy se halla un gran portal que permite el acceso a la plaza del pueblo.
Sistema de drenaje
El sistema de evacuación de aguas de lluvia y residuales alcanzó -en opinión de Alcina Franch- un alto nivel difícilmente imitable. La perfección en el trazado, así como la solidez y estudiada graduación o pendiente de sus canales, da cuenta de los elevados conocimientos de los arquitectos y urbanistas a los que Túpac Yupanqui encomendó la tarea de construir su residencia de reposo.
Las hornacinas
En el sector donde hoy se encuentra la iglesia pueden verse formidables paredes de poliedros ensamblados a la perfección que forman muros de contención que dan forma a los andenes. Además, perduran grandes salas con ventanas. En la plaza del pueblo puede apreciarse una pared inca formada por doce hornacinas. Las hornacinas poseen un moderno alero lítico que las cubre y protege por encima. Las estructuras construidas en estas terrazas han desaparecido en su mayoría, pero una porción de los muros todavía forma parte de la amplia iglesia.
La vestimenta
Muchos de los habitantes de Chinchero visten a la usanza de sus antepasados. No sólo durante la feria dominical, para llamar la atención de los turistas, sino de manera cotidiana, preservando celosamente su tradición. El hombre adulto lleva la típica montera, sobre todo los domingos y días de fiestas. Utiliza también los ponchos nogales de lana de oveja, chalecos y pantalones de bayeta, así como chullos multicolores. En los pies llevan las ancestrales sandalias (ojotas), ya sea de cuero o de goma.
La mujer chincherina, por su parte, ha heredado por generaciones el arte del hilado y del tejido de lana. Por esta razón, conserva orgullosa su tradicional vestimenta. Se viste con llicllas (especie de mantas oscuras decoradas con filigranas rojas y verdes y un prendedor a la altura del pecho), chalecos y polleras de bayeta de color negro, sujetadas al cuerpo con fajas o chumpis. En sus cabezas, decoradas por finas trenzas, usan coloridas monteras.
Ubicado estratégicamente en el cruce de tres caminos que conectan Cusco, Yucay y Pumamarca, este pueblo era el paso obligado hacia Machu Picchu en la época del Tahuantinsuyo. Esta ruta partía del barrio Carmenca (actual barrio de Santa Ana, en el Cusco), seguía por las faldas del cerro Senca, pasaba cerca de la laguna Piuray, y junto a Chinchero, continuaba hasta Maras.
Hacia 1540, el rebelde Manco Inca, en su huida hacia Vilcabamba, incendió Chinchero para evitar que sus enemigos pudieran abastecerse.
Chinchero posee un rico patrimonio monumental y cultural. Es uno de los pocos lugares en el Cusco que conserva de manera visible el trazo urbano inca. Los restos del palacio inca, la iglesia colonial erigida sobre basamento de piedra, su impecable andenería y una colorida feria dominical constituyen sus principales atractivos.
La Plaza de Armas ostenta un enorme muro inca decorado con diez grandes nichos trapezoidales en perfecto estado de conservación, y una de las iglesias coloniales más importantes de la región (posee altares barrocos y profusa pintura mural). A la Plaza da también la que fue la casa de Mateo García Pumacahua, caudillo de una rebelión anticolonial en el año 1814.
A pesar de ubicarse a casi 4,000 m.s.n.m el paisaje de Chinchero no corresponde expresamente a la fría puna. En su amplia meseta, decorada por las lagunas Piuray y Huaypo, se erigen imponentes los nevados Salcantay, Verónica y Soray, en cuyas orillas habitan varias comunidades dedicadas al cultivo de la papa.
Según una de las leyendas locales, el dios Sol pidió a Manco Cápac que sus hijos mellizos lo acompañaran en su ocaso. Cuando fueron a buscarlos, descubrieron que el hijo que caminó más lejos se había convertido en la laguna Huaypo y la hija en la laguna de Piuray.
La ciudad inca de Chinchero
El actual pueblo de Chinchero, al igual que Ollantaytambo, está construido íntegramente sobre un asentamiento inca de extraordinaria extensión. Según los estudios realizados por José Alcina Franch, el conjunto urbano de Chinchero lo conforman una serie de edificaciones, generalmente de planta rectangular. Estas se ven adosadas a las faldas de una colina, sobre plataformas, casi siempre muy alargadas y de escasa profundidad, especialmente en dirección norte.
El conjunto de plataformas con edificaciones está ordenado en torno a dos plazas. Una plaza principal o gran plaza -la actual explanada de Capellanpampa- y la plaza del pueblo, ubicada a los pies de la iglesia. Franch sostiene, de manera hipotética, que tal vez ésta última tuvo un carácter cívico-militar. En la gran plaza (60 metros de ancho por 114 metros de largo) se hallan tres edificios alineados en el lado sur y varias piedras finamente labradas de carácter ceremonial. Se trata de huacas que quizá representarían a los ancestros míticos de los ayllus.
La plaza del pueblo tiene dos niveles: el más alto corresponde al atrio de la iglesia y el inferior a la plaza propiamente dicha. El desnivel presenta un muro de contención decorado por doce grandes hornacinas. En el sector este del pueblo hay una gran extensión de andenes
Sistema de drenaje
El sistema de evacuación de aguas de lluvia y residuales alcanzó -en opinión de Alcina Franch- un alto nivel difícilmente imitable. La perfección en el trazado, así como la solidez y estudiada graduación o pendiente de sus canales, da cuenta de los elevados conocimientos de los arquitectos y urbanistas a los que Túpac Yupanqui encomendó la tarea de construir su residencia de reposo.
Las hornacinas
En el sector donde hoy se encuentra la iglesia pueden verse formidables paredes de poliedros ensamblados a la perfección que forman muros de contención que dan forma a los andenes. Además, perduran grandes salas con ventanas. En la plaza del pueblo puede apreciarse una pared inca formada por doce hornacinas. Las hornacinas poseen un moderno alero lítico que las cubre y protege por encima. Las estructuras construidas en estas terrazas han desaparecido en su mayoría, pero una porción de los muros todavía forma parte de la amplia iglesia.
Muchos de los habitantes de Chinchero visten a la usanza de sus antepasados. No sólo durante la feria dominical, para llamar la atención de los turistas, sino de manera cotidiana, preservando celosamente su tradición. El hombre adulto lleva la típica montera, sobre todo los domingos y días de fiestas. Utiliza también los ponchos nogales de lana de oveja, chalecos y pantalones de bayeta, así como chullos multicolores. En los pies llevan las ancestrales sandalias (ojotas), ya sea de cuero o de goma.